el desprestigio

lunes, noviembre 21, 2005

¿Quiere palta?


En mis diferentes moradas acá en Santiago me ha tocado tener por vecinos a verdaderos especímenes (me refiero a los vecinos de afuera, a mis convivientes puede que los pele más adelante). Cuando vivía en un piso 15 en Plaza Ñuñoa, con el Bonelli, conocimos a la señora del lado, que cada vez que nos topábamos en el ascensor nos preguntaba el nombre, y siempre se acordaba del Cristóbal, porque dijo que tenía un nieto que se llamaba así. La vieja estaba todo el día con la oreja pegada a la puerta de su departamento, al acecho de sus jóvenes vecinos. Sin perder la oportunidad, preguntaba: ¿Cristóbal? Y yo o el Checho, más adelante, le corregíamos en vano. Por ahí supo que Bonelli tocaba bajo y yo guitarra eléctrica, y nos dijo que le gustaba el rock y que quería una demostración. Con los ojos como corazones, y con un hálito alcohólico, nos dijo que sería nuestra fan nº 1. Guácala. Después decía una línea que mantuvo alrededor de cuatro años: "Cualquier cosa que necesiten, el teléfono, una aspirina, un huevo, aquí está su vieja, tóquenme la puerta no más". Lo que más me impresionaba era como para ella era posible satisfacer con tan poco varias necesidades humanas fundamentales. Menos, y me aterra siquiera pensarlo, las necesidades libidinales, que otro especimen del mismo edificio, Gabriel el conserje, satisfacía de maneras más indirectas. Una noche, conversando con otro conserje, que estaba curado, me confesó que a veces les hacía trabajitos a algunas vecinas y éstas le "pagaban en tela". Gabriel utilizaba otro medio de pago: solicitaba un hoyito por el cual espiar a las vecinas cuando practicaban ese conocido deporte sin campeones. Además tenía su puesto de observación al edificio del frente en el ático que quedaba sobre mi pieza. Volviendo a mi vecina, su esposo, que al que se lo veía mucho menos, dejaba una firme impresión cuando me lo topaba en el ascensor. Recordemos que quince pisos dan tiempo para la conversación, que él abría diciendo el siguiente monólogo: "Es que lo mío es muy complicado. Lo mío es lo de la acusación. Se trata de algo muy complejo, señor, que necesita de acabados estudios de Derecho, Filosofía, Política y Ciencias Naturales. Lo de la acusación, ¿me entiende? Yo a su edad tenía varias chiquillas, no se apure en casarse, páselo bien primero". Y me guiñaba el ojo. Yo siempre prefería que se subiera alguien, generalmente en el piso 7 se subía un viejo estilo Verdaguer que saludaba tan formalmente como divertido. Ya cuando me cambié a Lastarria, era frecuente encontrar a ese hombre vestido de abuela, deambulando con su carrito y vendiendo las cosas más inútiles pero al mismo tiempo atractivas: cables de teléfono, kimonos, "retratos psicologísimos", muñecas sin pelo y alcancías sin fondo. El Divino Anticristo, a menudo debía llegarle mucho sol en la mollera, y empezaba a gritar: "No cabes en ti, cochadetumadre, seguro que vai a quedar contento cuando Bush se meta con tu podrida hermana, siempre te gustó mostrarte, porque no habían algas en la muerte de Inglaterra, van a llegar los helicópteros y ahí me vai a pedir perdón". Por citar alguno que recuerdo. Después con el Checho nos fuimos a vivir a Alférez Real. No sé si ustedes recuerdan, pero era frecuente que Saldivia anegara los departamentos en que vivía en alguna de las tres veces por semana en que ocupaba su lavadora de media tonelada, producto de su nunca tratado SDA. Con lo que no contaba era que este departamento tenía una falla estructural que hizo que se le inundara el departamento a la vieja de abajo. En los varios meses en que se demoró en secar la cuestioncita, la vieja nos mandaba recaditos, nos iba a golpear la puerta, y como la vieja del 153, estaba esperando en la puerta a ver cuándo llegábamos de la pega. Una vez nos pasó ofreciendo paltas que traería su hermana de La Calera, y para hacerle la pata le dijimos que bueno. Error. Ahora además de golpear para que llamáramos a la corredora para que pintara abajo, la viejuja tocaba la puerta y nos decía: "¿Quiere palta". Para colmo de males el otro baño también se anegó y le cagamos la otra pieza, la principal. La historia culmina sin un final feliz cuando me llama a la pega la corredora, que tiene a la vieja histérica diciéndo que un agua negra le estaba inundando el departamento. Checho estaba más cerca, y cuando llegó la vieja estaba convenciendo a los pacos que descerrajaran. El olor a agua con aceite y alquitrán se los encargo, pero creo que lo mejor de haberse ido de ahí era que ya no compraré más paltas. Pero Santiago sigue con sus rarezas. Un despertar cualquiera en mi actual casa, hasta hace poco, era que como las seis y media cantaba un gallo, un perro policial se ponía a hacer rodar un tremendo camote, y después aparece un individuo similar a Flea que grita con voz de payaso: "Dele no más señora, yo cuido acá, estoy hasta las seis de la tarde", y luego se consigue todas las guías de teléfono que puede, a una le saca una hoja y la mete entremedio de otra, atentamente observado por dos perras idénticas, una de ellas llamada Boni (por Bonita, lo que despierta las sospechas de algunos vecinos que le dicen que son sus pololas). Todos sus cachureos los deja en el patio de nuestra casa, y pese a todas las amenazas, sigue acumulando sillas, diarios y repisas. Qué pasará con este nuevo vecino, y con los que vendrán, está por verse.

1 Comments:

  • Boza, te he acompañado sòlo en este ùltimo trecho... Recordemos que Flea se llama Sergio, por algo serà, y que tiene otra perra. Que nadie sabe còmo se llama la otra perra, que es igual, por lo tanto las dos se llaman Boni. Que nuestro vecino es un viejo de mierda que nos recibiò "hola vecino/hola señor, somos nuevos acà/ustedes viven con sus papàs/ ejem, no señor, somos amigos y vivimos solos / ah. primera fiesta que hagan y llamo a los pacos". Que a la primera fiesta (que terminò a las 8 de la mañana, màs de 100 personas, sobrò copete y hubo sexo en el baño) el viejo no llamó. Que el viejo que vivìa al frente, que todos supusimos que movìa droga, muriò al dìa siguiente de tener conmigo una charla existencial y hermosa. Que los evangèlicos nos despiertan los domingos. Que las bandas nacionales a veces tocan el himno nacional, seguido de algùn ritmo brasileño "para acercar la banda a la gente". Joel Rodrìguez, notable barrio.

    By Blogger Tavo, at 12:32 a. m.  

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